La inversión extranjera es bien recibida en México para ayudar a que la economía prospere y muchas empresas de todo el mundo trasladan sus oficinas centrales a México para aprovechar los impuestos más bajos y los salarios más bajos, lo que resulta en menos gastos generales.

La persona que invierte en la empresa debe registrar la razón social ante la SRE o el Ministerio de Asuntos Exteriores antes de que se le otorgue el nombre, y se asegurarán de que el nombre no exista.

Este paso puede hacerse a través de un abogado.

Una empresa extranjera debe firmar un acuerdo que mantenga a los accionistas no mexicanos a cumplir con las leyes mexicanas y no invocar en la protección diplomática de su gobierno local.

Un abogado ayudará a los inversores a completar los formularios adecuados para la dirección, las disposiciones de capital social, los poderes de gestión, la duración de la empresa y las disposiciones cuando la empresa se liquide.

Los accionistas deben decidir qué poderes se designarán para las personas y cómo se suscribirá el capital.

Una vez que se forme la compañía y se haya implementado el papeleo, se espera que la compañía pague impuestos mexicanos del 34% cuando la empresa obtenga beneficios.

Los empleadores deben pagar el 17.4% del salario de sus empleados para atención médica y desempleo.

Para estar en pleno funcionamiento, la empresa deberá verificar si el negocio necesita permisos de zonificación, permisos ambientales y licencias del Ministerio de Salud.

Si el propietario de la empresa desea trabajar para la empresa y recibir un cheque de pago, la persona debe obtener una tarjeta de residencia que le permita trabajar en el país.